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NOSTALGIA DE ‘VESTIRSE’

Publicado en2 Años hace por
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Si volvieras la vista atrás, a los días previos a la pandemia que sacudió el mundo y nos obligó a echar el freno, ¿serías capaz de recordar cómo te vestías?
Tal vez sea una pregunta superficial pero después del impacto de aquellas primeras noticias y de todo lo ocurrido a lo largo de estos meses, es como si nuestra memoria nos hubiese jugado una mala pasada y borrado lo sucedido antes de aquella fatídica fecha.

De la noche a la mañana nos confinaron y lo que en un principio iba a ser un breve y molesto arresto domiciliario, se convirtió casi en una cadena perpetua, con demasiadas condiciones y apenas libertades.

La primera vuelta a las calles

La vida seguía su curso y cada uno de nosotros volvió a ponerse en movimiento, en la mayoría de los casos, improvisando sobre la marcha. Se instauró el teletrabajo siempre que fuese posible para que todos -adultos y niños por igual- pudiésemos continuar con nuestras obligaciones y quehaceres diarios. Y a partir de entonces, ya nada volvió a ser lo mismo.
¿Poder levantarse 1 ó 2 horas más tarde de la cama? ¡Qué maravilla!

¿Desayunar sin prisas, despeinada y sin pasar por el espejo? Como un domingo cualquiera. ¡Un sueño hecho realidad!. ¿Dejar de lado el maquillaje, el traje y los tacones y vestirse cada día con pijama, chandal, zapatillas o la ropa más deslucida de nuestro armario? ¡La gloria! Y en esa especie de interludio anestesiante que se iba extendiendo como una plaga por todo el globo, empezamos a abrazar unas nuevas rutinas y a disfrutar de un tiempo libre que nunca antes habíamos tenido. Siempre habíamos soñado con él para poder dedicárselo a nuestros hobbies, nuestros seres queridos o ampliar conocimientos.

Intentos de pasatiempos

A media humanidad le dio por entrar a la cocina y presumir en Instagram de sus dotes culinarias, convertidos en aventajados panaderos y virtuosos pasteleros. Esta nueva afición llegó al punto de agotar en tiempo récord las existencias de harina en todos los supermercados. Ilusos que se entregaron con fruición al arte de amasar bizcochos y baguettes, sin pensar en el drama de enfrentarse al espejo meses después.

Por contra, otros se dedicaron a entrenar sus cuerpos con una energía feroz, como si fuesen a participar en una maratón o las próximas Olimpiadas. Poco importaba que no tuvieran en casa los recursos ni el equipamiento de un gimnasio, la imaginación no tiene límites cuando la voluntad es inquebrantable: garrafas de agua, tetrabricks de leche, toallas,  sillas…. Hasta las inocentes mascotas padecieron por culpa del exceso de endorfinas encerradas entre cuatro paredes.

Una nueva y mala corriente estilística

Con la llegada del verano, se nos concedió la condicional y, con ella, el tercer grado.  
Fueron unas semanas en las que nos permitieron viajar y retomar el contacto -de manera prudente- con la familia y los amigos. Un espejismo de nuestra antigua “normalidad”.
Y entonces, para asombro de muchos, toda esa colección de prendas “confy” que habíamos ido comprando online durante los meses de aislamiento y que nunca jamás deberían haber abandonado el fondo de nuestros armarios, salieron a la calle a lucirse sin ningún tipo de pudor. Que si el forro polar con los ciclistas, los pantalones de chandal con crop-tops de todos los colores, hot-pants con sudaderas, joggers con botas de senderismo y leggins con chanclas de goma. Todo ello coronado con el hit del momento: la gorra beisbolera.
Un mix & match sin sentido las 24 horas del día durante los 7 días de la semana. Tan contentos y convencidos de ir “a la moda” estábamos que hasta nos creímos que por el mero hecho de ponerle el apellido “chic” al término sporty, nos libraría de parecer que acabábamos de salir del gym o que volvíamos de hacer trekking por la Ruta del Cares.

La morriña del (des)descuidado

Con el nuevo curso empezado, se anuló el indulto, regresamos todos a la casilla de salida y vuelta a empezar. ¿En qué se había convertido la vida, presos en nuestras propias casas? ¿Acaso estábamos condenados a revivir, una y otra vez, el mismo día? Como un día de la marmota continuo, sintiendo que no variaba en nuestras acciones cotidianas si era martes o sábado.

Igual que el oso sale del abrigo de su madriguera porque sabe que el invierno ha terminado y el verano llegará pronto, debemos comprender que existen estaciones también en nuestra vida. No olvidemos aquellos tiempos en los que nos arreglábamos con camisas perfectamente planchadas, preciosos vestidos, trajes impolutos y un par de zapatos maravillosos.
Para aquellas que ya han tenido suficiente de la tendencia “athleisure” y sienten nostalgia  y ganas de volver a vestirse de manera impecable de los pies a la cabeza, ha llegado el momento de salir del letargo.

Nos lo hemos ganado.

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